Historia Reina del Encuentro y Ángel de la Resurrección

La Semana Santa torrentina cuenta con una figura única en España: la Reina del Encuentro. Se trata de una joven que preside los actos de la Semana Santa, representando a la virreina de Valencia Germana de Foix (S. XVI). En una ocasión, la virreina presidió el acto del encuentro entre la Virgen y el Jesús resucitado el Domingo de Resurrección y estableció que una joven de la ciudad la representase cuando ella no estuviese presente.

El domingo de Resurrección la Reina del Encuentro preside el acto con su séquito de dos camareras y varios pajes que sujetan la cola de su vestido. Al finalizar el acto, se abre la carxofa, se liberan palomas de colores y se lanzan desde los balcones unos pequeños papeles de colores conocidos como ‘Aleluyas’, que llevan impresas pequeñas poesías que exaltan a la Reina del Encuentro de ese año o ironizan sobre la actualidad política local y hermandades de la Semana Santa.

Un hecho singular del Encuentro lo constituye la presencia de la Reina del Encuentro, junto con sus camareras y pajes. Originariamente, ésta era elegida de entre los familiares de los clavarios que organizaban la fiesta o por el propio Ayuntamiento cuando no los había y se encargaba como institución de disponer todo lo necesario para realizar l’Encontre. Los hermosos trajes que llevaban, a veces de variados colores o blancos, se solían alquilar en la ciudad de Valencia y se lucían esplendorosamente durante toda la mañana. Durante la procesión, la Reina portaba una hermosa palma bellamente trabajada y las camareras sendos tabaques que contenían una paloma, que echaba a volar en el momento del Encuentro. Una indiscutible alegoría del triunfo sobre la muerte y una manifiesta alusión al Espíritu Santo simbolizado en la paloma.

En otras ocasiones la Reina del Encuentro era o iba acompañada de un séquito de ángeles durante la procesión. Este hecho sería un fiel reflejo de la imaginación popular transmitida a través de los escritos piadosos donde María recibía el anuncio evangélico de la Resurrección a través de un ángel.

El surgimiento de las hermandades también ha hecho modificar la elección de la Reina del Encuentro y Ángel de la Resurrección y el desarrollo mismo del Encuentro. La Reina se elige por orden rotatorio entre las hermandades, de entre sus miembros más representativos, y procesiona delante de la Virgen de Monte-Sión con todo su séquito y rodeada de los miembros de las hermandades.

La Reina, que simboliza también el ángel que anunció la resurrección de Jesucristo, lleva en sus manos un estandarte con la inscripción “Aleluya” y está acompañada por sus dos camareras, que llevan sendas palmas o a veces unos pequeños cofrecillos (se ha perdido el uso de los tabaques y el simbolismo que ello representaba), y numerosos pajes escoltan a la Reina portando la enorme capa del vestido. En el momento del Encuentro, la Reina pregona con fuerte voz, después de la lectura de una poesía: ¡Cristo ha Resucitado!, ¡Aleluya!, ¡Aleluya!, ¡Aleluya! En este instante a la Virgen se le despoja del velo negro y capa morada que la cubre, se abre la carxofa de la que caen numerosas “aleluyas”, al igual que de los balcones de las casas contiguas. Entre el estruendo de las tracas y el sonar de tambores y cornetas vuelan numerosas palomas y pájaros. El estandarte que llevaba la Reina se coloca en la mano de Cristo Resucitado; mientras que ella recibe la palma bellamente trabajada que portaba el sacerdote que preside la procesión del Resucitado.

A continuación los miembros de las hermandades, la Reina con todo su séquito, juntamente con las imágenes y demás participantes en l’Encontre se dirigen a la Parroquia de la Asunción de Ntra. Sra. para participar en la misa de Resurrección.

Al término de la misma, las hermandades y la Reina acompañaban en jubilosa procesión a la Virgen hasta su parroquia.

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